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"Volveré y seré listones" (Tulio Fermín Galíndez, 16 de abril, 1995)

Mi vida es fatídica, pensó Tulio. Acercóse hacia los ojos el papel que tenía en su mano izquierda y leyó “puedo escribir los versos más tristes esta noche. escribir, por ejemplo...” Luego lo hizo una bolita y lo tiró hacia la casilla del cuidador de Carapachay. “Nunca voy a igualar el karma del éxito poético de Heladera” pero entonces sus pensamientos erroneos se vieron interrumpidos por un extraño cosquilleo que Tulio sintió en su pierna. Llevó la vista hacia abajo: una cucaracha blanca lo miraba fijamente desde las proximidades del suelo. “No puede ser” pensó Tulio. “esto no me puede estar pasando” La cucaracha lo observaba inmovil, y Tulio notó que detrás de ella, otro insecto similar lo miraba fijamente. Miró más atrás: tres, cuatro, seis, un centenar de cucarachas blancas, acostadas en fila india, formaban un camino que terminaba dentro de la casilla del cuidador de carapachay. La puerta del albergue de seguridad se abrió, el cuidador salió en silencio y de la misma forma se dirigió hacia Tulio, quien confundido miraba el acontecimiento como algo completamente ajeno a él.
-sos vos?
Preguntó Tulio temeroso, pero el custodio no contestó.
-me tenes que decir que sos vos.
El custodio lo miró, extendio la palma de su mano derecha hasta dejarla a centimetros de la cara de Tulio y luego dijo, esquivo.
-Decíselo a los dedos.
Una de las cucarachas, testigo principal del acontecimiento, tomó una petaca de raid, se la metió en la boca y la tragó. El insecto no pudo contener la magnitud de semejante algarabia y terminó con su vida, dejando a su cadáver mirar hacia el cielo.
-mirá para acá
dijo el custodio a Tulio, que estupefacto observaba cómo las otras cucarachas se llevaban el cadaver de su compañera para luego desaparecer perdiendose en los gases tóxicos que el caño de escape de un 60 había dejado en la manzana unos minutos atrás.
-che, que mires para acá, gil
insistió el custodio. Tulio lo miró, y segundos después, sus ojos no podían creer lo que veían: con movimientos lentos (aunque estudiados) el custodio se arrancó la ropa cual streaper veterano, dejando ver un cuerpo mucho más pequeño que el que presumía el supuesto cuidador. Bajo los pies, el hombrecito se apoyaba sobre dos sancos de un metro de altura, que en seguida se sacó para luego caer de un golpe seco en el piso. Finalmente tomose la piel de su cuello y tiró hasta dejar al descubierto su verdadero rostro: el rostro de un enano inspirador. Tulio no podía contener su alegría
-yo sabía, eras vos! Vení hermano,dame un abrazo!
Tulio corrió hasta el hombrecito, pero éste lo paró en seco
-para tulito que yo soy tu musa, no tu hermano, eh?
Tulio ignoró el comentario y estrujo al enano en un abrazo afectuoso. “no sabes como te necesité, mustak” le dijo “todo lo que escribí hasta ahora fue pura perpendinela” y después de algunos comentarios megamelosos, tulio dijo
-y mustek? A donde está?
-no tulito, olvidate. A mustek lo echaron del gremio por exhibixionismo y fraude. Las unicas que quedaron de siempre son las cucarachas, viste, que me siguen presentando. Pero eso no importa ahora, lo que importa es que vos sos patetico tulito, que te paso?
Tulio sacó entristecido una foto de su mujer, la miró, sintió su cuerpo invadido por la rabia y la volvió a guardar.
-que qué me pasó? Que desapareciste después de que yo escribiera Heladera de Playa, eso me pasó. ¿qué me hiciste Mustak, por qué me dejaste?
Mustak le respondió, un poco avergonzado
-es una larga historia Tulio... pero lo hice por vos, creeme. Ahora lo que importa es que volví, y yo te voy a llenar de éxitos de nuevo. Basta de prode, basta de videotecas, basta de saltar a la soga. Ahora va a empezar tu verdadera vida, tulín.

Mustak le dio un golpecito en el hombro a Tulio, quien esperanzador, miraba el horizonte cual che guevara en su mejor retrato. Su musa había vuelto, y la nueva vida de Tulio Fermín Galíndez estaba a punto de comenzar.